lunes, 18 de agosto de 2008

Por los ausentes (o los duendes del librero)


Hay muchas tradiciones en los pueblos de España que recuerdan a los ausentes poniendo una vela a los pies del santo o la virgen de guardia que toca bajo un cartel que reza: "Por los ausentes" Lo cual no implica que hallan fallecido, simplemente es eso, que están ausentes. Yo lo que guardo son libros que me recuerdan a los que no están. Muchas veces no tiene que ver el contenido, simplemente es el recuerdo de la conversación de un café que tuve con el ausente o por el hecho de que me lo encargara o tan solo por el hecho de haberselo dejado, mala costumbre para un librero, de mi biblioteca personal. Así siempre guardo algo de Bolaño por Alberto o Rayuela está para recordarme a Javi. El Quijote apócrifo le guarda el sitio a Rachel. Cien años de soledad está siempre en la recámara por si aparece Pablo con su regalo de última hora y Paracuellos porque es la infancia de Javier. Los Pilares de la Tierra siempre a la vista, no por motivos puramente comerciales, por que veo a Elvira cuando le entregué El mundo sin fin e iba toda orgullosa con su ejemplar clandestino. De esta manera podría ir enumerando los libros como si os fuera presentado a mis amigos. Hay veces que no basta un libro sino toda una sección de comics que me recuerda a Fede y así poco a poco las estanterìas se van llenando de amigos como si fueran los duendes del zapatero que aguardan que el público se vaya para salir a saludar. Para recordar a otros, como Alfredo, para ellos está la Librería. El Pequeño Teatro de los Libros.