jueves, 7 de agosto de 2008

Llamadas que nadie desea



Ayer recibí una de esas llamadas. Después del tercer tono descolgué:
"hola, ¿qué tal? Soy María José de Cuentos Cortos"
Era ella, sobraban las aclaraciones. Al otro lado del auricular sonaba esa voz tan peculiar, una voz pausada y serena que te relaja. Siempre es una alegría oirla y un placer ir a charlar y mirar libros curiosos en su pequeña librería. Una librería donde los libros sostienen libros y donde no se hacen consultas a bases de datos ni se navega por la red. Una librería donde los libros se conocen por haberlos vivido y donde no ataca la vorágine de novedades. Una librería donde las páginas huelen a humo y café, en fin, una Librería.
"Te llamo para decirte que la traspaso"
Mi animo cambia y el teléfono se vuelve pesado. No sé reaccionar. Ésta vez la pausa se hace profunda, un abismo. Los recuerdos se vuelven nostalgia y se tornan dorados como viejas fotografias.
"No es cansanciao" - me explica-"Simplemente tengo otras obligaciones."
No hacen falta explicaciones ni hay lugar para preguntas. La decisión está tomada y renunciar a un sitio así ha de ser por fuerza mayor y después de haberlo meditado mucho.
Hace poco citaron para nosotros: "Cada vez que se abre una librería se entreabre una ventana en el cielo", a partier de ahora tinen un sitio menos por el que llover. Pero mientras nosotros estemos habrá un rincón para juntar los libros y el café, un rincon de homenaje, un rincón de Cuentos Cortos.
PD: Maria José, ahora no tienes excusa para pasar a vernos más a menudo.

El Pequeño Teatro de los Libros